A fuego lento

Texturas, imágenes, vida. De charla con Amelia García

Una de las experiencias más bonitas y especiales de la creación artesana son los lazos y sinergias que nacen de ella. Alianzas que a menudo se quedan en el plano de la inspiración, pero que a veces van más allá y se convierten en una colaboración. Esto último es lo que nos ha sucedido con Amelia. Cuando conocimos su trabajo, fue amor a primera vista. Un flechazo que nos hizo sumergirnos inmediatamente en su trabajo, siempre delicado y contemporáneo, y sorprendernos ante su capacidad para cambiar de registro sin perder nunca su esencia. De la encuadernación artística al marmolado, de los suminagashi a la fotografía y también a la creación textil. Todo un abanico de espacios y soportes a los que ha logrado siempre transmitir una mirada personal, sensorial y muy conmovedora. Hoy ese flechazo da lugar a una colaboración que hemos trabajado de la mano con fluidez, comunicación y mucha ilusión.

Fotografías: Gustavo Alemán
Localización: La Casa de la Huerta

Conociendo la marca Amelia García

Un proyecto tan rico y polifacético como el tuyo es muy difícil de acotar. Por eso esta primera cuestión tiene más de reto que de pregunta. ¿Cómo lo definirías en tres palabras?
Corazón, valor y manos.

¿De dónde nace, primero tu inquietud por crear y, después, el proyecto que lleva tu nombre?
Nunca me he cuestionado el porqué de lo que hago, igual que uno no piensa en por qué respira… para mí es lo mismo. Desde niña siempre me ha interesado mucho el arte en todas sus expresiones, pero nunca pensé que acabaría dedicándome a algo así. Solo me dejé llevar por los caminos que mi intuición me marcaba y, a partir de ahí, cada decisión, buena o mala, me ha llevado al punto en el que estoy.

Llevas ya varios años dedicándote a él. ¿De qué maneras te llena o te hace feliz?
Para mí, en muchas ocasiones, crear es sinónimo de catarsis. Es terapia, es sanación y es alimento para el alma. Más que como un trabajo al que dedico mi vida lo entiendo como el propio vivir, como un todo. No podría estar sin crear o sin apostar por la belleza en cualquiera de sus formas. Esto es algo que también traslado a mi cotidianidad a través de pequeños gestos, no solo como artista sino también como mujer y como madre.

Tu trabajo se toca, se vive, se disfruta. ¿Qué feedback te transmiten tus clientes o aquellas personas que se relacionan con tus creaciones?
A menudo me sucede que conecto mucho con las personas que hay detrás de los proyectos. Siempre se generan vínculos bonitos y en muchas ocasiones se convierten en amistades para siempre. Me gusta escuchar y entender en profundidad las necesidades del otro, el resultado siempre es diferente y potente porque se refleja el alma de los hacedores y creo que eso es clave para llegar a todo el mundo. Para mí es fundamental reconocer algo como sincero, honesto y de verdad, más allá de que pueda gustar o no.

Un zoom a la Amelia artista

Vives en Murcia, un lugar con paisajes muy distintos, alejado en parte del caos de la gran ciudad y con una idiosincrasia propia aunque por muchos desconocida. ¿Hay pinceladas de Murcia en tu trabajo? ¿Crees que el hecho de trabajar allí y no en otro lugar influye en tu arte?
Totalmente, incluso cuando yo vivía fuera y renegaba de mi tierra mucha gente me decía que mi trabajo tenía esa luz del Mediterráneo. Murcia se sitúa en la zona europea donde más horas de sol hay y, como es normal, esto marca mi carácter, mi forma de vivir y se refleja en mi trabajo. Mis mejores recuerdos de infancia son con mi padre recogiendo naranjas y flores en el campo, y los veranos eternos de atardeceres, arena y mar. La luz siempre ha sido muy importante para mí, y puedo asociar sus distintas intensidades y matices a vivencias y momentos concretos.

Dicen que “todo se pega menos la hermosura”. Nosotros discrepamos porque tu padre es fotógrafo y quizá su búsqueda de la belleza te ha llevado también a ti a crear objetos bellos. ¿Fue este contacto con una disciplina artística lo que te animó a dedicarte también a la creación?
Mi padre más que fotógrafo era un mago o un genio. Convertía habitaciones de mi casa en cámaras oscuras y revelábamos las fotos en un laboratorio improvisado en el baño. De él aprendí que no necesitaba grandes herramientas para obtener resultados increíbles. Siempre demostró pasión y alegría en todo lo que se proponía y fue sin duda una fuente de inspiración y un ejemplo a seguir para mí en muchos aspectos de mi vida. Le echo de menos cada día y siento su legado muy presente en mí.

La magia de la artesanía y los procesos slow

¿El artesano nace o se hace?
Creo en el esfuerzo y en el trabajo.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
La libertad.

¿Qué te inspira como creador/a?
Las pequeñas cosas de mi alrededor.

¿Quiénes han sido tus referentes para desarrollar tu carrera artística?
Me nutro de fuentes muy diversas como pueden ser la fotografía, la música, la literatura o la pintura. Pero, sobre todo, lo que más me gusta y me llega es ver qué están haciendo mis amigos, mis contemporáneos, la gente a la que admiro y apoyo.

¿Cómo es tu proceso de trabajo?
Necesito tener mucho orden y organización. Antes de empezar a construir siempre me hago esquemas mentales o moodboards (visuales o de texto) y eso ayuda a que después todo fluya y a que las ideas sean materializables.

En tu web dices que tocar es tu pasión y que utilizas las manos para dar forma a ideas y objetos que perduran en el tiempo. ¿Por qué prefieres trabajar de esta manera y no de otra más industrial?
La entiendo como natural y humana, y me permite dar lo mejor de mí.

En todo proceso artesanal hay un margen de error, una posibilidad de imperfección. ¿Cómo lidias con ello?
Me gusta mucho el concepto japonés wabi sabi por el cuál se celebran las imperfecciones en oposición a la belleza absoluta como parte de una vivencia que le otorga vida y alma al objeto. Lo veo como un valor añadido más que como un fallo.

En Casa Tenue, cuando vamos a hacer nuestras velas de cera de abeja, ponemos música, intentamos dejar el móvil fuera del taller y nos olvidamos del reloj. ¿Tú sigues algún ritual que haga especial el proceso de creación?
Como yo digo, me encierro en mi cueva, y allí puedo pasar horas y noches enteras. Siempre escucho música y cuando estoy atascada suelo bailar enérgicamente para sacarlo todo fuera.

¿Crees que el mundo artesanal vive un buen momento? ¿A qué crees que se debe?
Siendo sincera, del arte es muy complicado vivir. Nuestros procesos nos obligan a trabajar muchísimo más y a producir mucho menos que una industria. Sin embargo, existe una respuesta al tiempo convulso y frenético que vivimos, y hay quienes prefieren apostar por la artesanía y apoyarla por encima los objetos producidos en masa. Buscamos la originalidad, lo personal y lo vivencial en contraposición a los objetos de usar y tirar.

Nuestra colaboración, de la que ahora hablaremos, es fruto de la admiración mutua y de la creación de una red donde nos impulsamos y complementamos. ¿Qué te aporta el formar parte de una comunidad de artesanos?
Es muy bonito cuando se forman estas sinergias. Me encanta poder compartir mi conocimiento y mi trabajo con otros artistas, y que, gracias a su magia, una idea o proyecto pueda crecer y agrandarse. Formar parte de esta comunidad siempre implica sumar, crecer y aprender.

Una colaboración llena de alma

Adelantábamos al principio de este post que lanzamos una colaboración con la que, en Casa Tenue, estamos muy ilusionados. Te toca desvelar el misterio: cuéntales a nuestros lectores en qué consiste esta colaboración.
Fue algo sorprendente, yo acababa de recomendar las velas de Casa Tenue a un amigo y justo ese día me escribió Fernanda. ¡Me pareció como si la hubiera invocado! Por supuesto, conocía las velas y ya me gustaban, así que acepté la colaboración sin pensarlo. En un principio hablábamos de marmoleado y no sabíamos muy bien de qué forma incorporarlo, pero después de hablar en directo con Fer todo se definió rápidamente. Para mí, la filosofía y las formas orgánicas del suminagashi encajaban mucho más con Casa Tenue, así que decidimos apostar por esta técnica. El dibujo que queda del ondear de la tinta en el agua me lleva directamente a pensar en la estela de humo que deja una vela cuando se apaga. También el mood pausado conecta con el momento en el que enciendes una vela, que tiene carácter de ritual.

Puesto que el suminagashi es una técnica de origen japonés pensamos que sería lógico aplicar el dibujo a un objeto que tuviera también este carácter. Se nos ocurrió entonces estampar unos pañuelos para poder envolver los packs de velas a modo de furoshiki. Creo que el resultado es coherente y permite leer todos estos conceptos en el objeto final.

Para nosotros ha sido un gustazo trabajar contigo en este proyecto. ¿Cómo lo has vivido tú?
Para mí también lo ha sido: todo surgió y fluyó muy fácilmente. Se notaba que había un entendimiento profundo. El proceso fue muy instintivo: lo vi claro desde el principio. Quería que las formas fueran muy orgánicas y libres, no me importaba que estuvieran más o menos definidas, ya que era importante que el dibujo se pudiera relacionar con esta idea de humo que es igual de azaroso que el suminagashi.

¿Nos puedes contar en qué consiste la técnica de suminagashi?
El suminagashi surge en Japón entre los siglos XI y XII y se traduce literalmente como “tinta que flota en el agua”. Es una técnica de estampación por la cual se vierte tinta negra y un dispersante sobre la superficie de agua que después es recogida en un papel obteniendo así un dibujo o patrón. Debido a la naturaleza del medio, la tinta fluye rápidamente y es difícil controlar su recorrido. Todo puede alterarlo, incluso la propia respiración. Por esto es importante encontrar un momento tranquilo, una pausa que nos permita introducirnos de lleno en el suminagashi. Siempre pienso que el dibujo resultante es un reflejo del estado con el que uno pinta, por eso cuando yo lo hago lo vivo casi como una meditación. Además, el hecho de que las formas y los dibujos sean irrepetibles y únicos me parece extraordinario.

¿Qué esperas de esta colaboración?
Me encanta la idea de poder acercar el suminagashi a un público que quizás desconoce la técnica. También aproximar este mundo en el que yo me muevo de edición, libros de artista y técnicas de estampación. Para mí el arte no está necesariamente cerrado a unas formas u otras, sino que lo entiendo como algo abierto y permeable, así que me parece interesante ver cómo reciben esto los seguidores de Casa Tenue. ¡Estoy expectante!

El papel de las velas en la vida

Vamos a terminar entrando en el mood de Casa Tenue. Un estado que implica dedicarse tiempo a uno mismo y dejar a un lado las preocupaciones. ¿En qué momento(s) te gusta tener una vela encendida?
Los momentos en los que enciendo una vela siempre son muy especiales. Me gusta prenderlas cuando necesito paz y cobijo, cuando pido un deseo al universo, cuando tengo que superar obstáculos y también como ofrecimiento a alguien en quien pienso. En casa, mis padres siempre encendían velas cuando teníamos un examen o cuando recordábamos a alguien que ya no está y su luz nos daba fuerza y aliento.

¿Qué te gusta de las velas de cera de abeja de Casa Tenue?
Me gusta que son auténticas, su tacto, su olor, ¡dan ganas de comérselas! El packaging es precioso y es fácil darse cuenta de que hay mucho amor detrás de cada una de ellas.

 

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